
foto: alexia gildemeister
he estudiado psicología en la universidad de lima, inclinándome por las áreas clínica y social-comunitaria, aunque siempre he apostado por ser autodidacta. ¿puede existir una salud mental sin conciencia social, sin la necesidad visceral de (rei)vindicar? ¿es real la salud sin salud mental? ambas preguntas engendran la misma respuesta. toda práctica psicológica es a la vez una declaración y práctica política y hay que liberarse de esa manía separatista e individualista tan occidental como moderna. simple: no se puede separar la psicología de quien la ejerce.
fui feminista y cuando casi dejo de serlo, me encontré en el feminismo descolonial. el ejercicio de mi profesión se enraiza en los sentidos que me ha dejado construir ese feminismo antipatriarcal, antirracista, revolucionario y colectivo que nace en las periferias. en los no-lugares y en las otredades brota la verdad con más fuerza. liviana y libre. la terapia debe reformarse y transformarse de pies a cabeza si quiere ser útil para mujeres, personas racializadas, diversidades sexuales y de género, personas con discapacidad y, en general, grupos que han sido históricamente marginados.
así, empiezo mi camino como psicóloga desde la convicción de que merecemos mucho más de lo que la psicología tradicional nos ha ofrecido hasta ahora. con la intención de acompañar a mujeres y personas que hayan sobrevivido situaciones de violencia y/o abuso, poniendo como punto de partida y de llegada sus propios recursos y necesidades. apropiarse de (valga toda redundancia) la propia narrativa, la propia voz, la propia historia y, con esto, de las propias verdades que las cuerpas cargan, que solo ellas conocen; en un proceso de descolonización interior que pueda, desde adentro hacia afuera, revalorizar la existencia entera y todas sus qualias y recuperar las fuentes de vitalidad o las redes de vida que los sistemas actuales han echado a perder. lo dijo ya muy claro cecilia vicuña: "el derecho a gozar y a hablar de lo que tú sientes, es uno de los actos más políticos que puede existir, es como el derecho humano básico, a ser oído, a ser visto en lo que uno realmente es. y eso nunca se le ha admitido a las mujeres [y disidencias]. las mujeres estamos en una cultura que oprime y destruye la posibilidad de la mujer de ser un ser diseñado por sí misma, por su propio deseo y su propio sueño", así, el espacio terapéutico se convierte en una trinchera amorosa de resistencia. doloridad y luego sororidad, en comunidad. autocuidarnos, cuidarnos, vindicarnos. en ese orden y repetirlo cuantas veces sea necesario. construirnos y fortalecernos a partir de la autenticidad, fuera de los guiones unívocos que se imponen con la colonización, el capitalismo y la modernidad. hemos venido a este mundo a ser libres y hay que moverse para escuchar las propias cadenas. por eso, la terapia debe movilizar.
es cierto que el trauma y el dolor pueden ser grandes maestros, pero bajo ninguna circunstancia los únicos maestros, y no necesariamente los más importantes, tampoco. un ‘amor fati’ (=la aceptación radical de la realidad) no puede ni debe divorciarse de una ética vitalista (=del impulso vital, del derecho a la vida y su ejercicio), de la voluntad de poder para habitarse de nuevo, con furia, con fuerza y sobretodo, con mucho amor. en palabras más sencillas: hay que saber dolerse, sin olvidarse del derecho a disfrutar. hay que forjar ese gozo a la propia medida y reunir las propias fuerzas para transvalorar todos los valores (en palabras nietzscheanas). conciliar a gabor maté con carl jung con irvin yalom con viktor frankl con paulo freire desde las silenciadas voces femeninas de su trabajo y a la luz de maria galindo, maria lugones, rita segato, ochy curiel, bombo ndir y la infinidad de mujeres que abren caminos y los forjan más humanos, más honestos y con cabida para todxs. eso es precisamente lo que busca mi trabajo.

foto: tyler robinson
y del arte, un cable a tierra. consumo más de lo que produzco y nunca me he podido decir artista. un salvavidas, un aire fresco, la mar. la pizca de mentira que toda verdad necesita. o al revés. si tengo que elegir un libro, elijo tres: ‘nada’ de carmen laforet, ‘¿por qué hacen tanto ruido?’ de carmen ollé y ‘para no volver’ de esther tusquets. sobre poetas, valeria román e india escribe. cine, agnès varda y albertina carri; fotografía, cynthia macadams; escultura, camille claudel. stand up, obvio, hannah gadbsy y malena pichot. y de música, indómita, la increíble camila moreno, sofía viola, silvana estrada, juana aguirre, clara cava, ezequiel borra, novo amor y la que más quiero, alexia. hay que leer, hay que mirar, hay que escuchar, hay que tocar. hay que escribir, hay que dibujar, hay que pintar, hay que bailar, hay que cantar. hay que permitirse ser todo y no ser nada. o al revés.