- 11 ene 2022
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voy como arrastrándome debajo de pieles que ya no tengo y las visto como un abrigo cada que me leo en tantos ayeres. es todo tan extraño y me descubro varias veces al día enajenada, repitiendo como mantra que qué raro es todo. que camino, que muevo mis dedos para golpear unas teclas con unas rayas que sabrá quién qué significan. qué ingenio para inventar semejante sistema. me siento como una niña, que todo le asombra. nos hemos enfermado tanto y el síntoma más claro es normalizarlo todo. hasta la violencia. el tiempo es también extrañísimo, no me atrevo ni siquiera a atribuirle una forma. línea, círculo, yo que sé. yo quiero acurrucarme con la contradicción porque ya perdí la incapacidad de la que me regodeaba, la insulsa arrogancia de creerse disipador de dudas. la vida tendría que cambiarse de nombre y llamarse confusión. estoy confundida, ah, es que estás viva. y así naturalizamos el no saber y dejamos de idealizar el “saber” y nos tumbamos el capitalismo. chau colonia. entonces sí es verdad que lo personal es político, aunque ahora de cabeza. lo político es personal y haber nacido en este tiempo, en este espacio geográfico y en esta familia, son el punto de partida para que pueda yo, entre cervezas y quizá algunos cigarros, construir mis sentidos y, por si fuera poco, elegir mis caminos acorde a pura ridiculez. en qué momento dejamos de ser animales, para convertirnos en esta mierda.
lima, enero de 2022
leer lo que se escribe en otras vidas es un viaje y el regreso es intenso